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Guerra civil en Sudán: claves del conflictoque acumula centenares de muertos y miles de refugiados
Martes, 25 de abril de 2023
El enfrentamiento armado entre dos facciones militares en Sudán sumergió al país en una nueva guerra civil y provocó centenares de muertos, miles de refugiados y millones de personas atrapadas en escombros.
La crisis política y humanitaria no solo traspasa las fronteras sino que amenaza con propagarse a otros países de África, un continente rico en recursos naturales que está marcado por la inestabilidad política y los enfrentamientos armados.

La violencia en Sudán, el tercer país africano más grande, se desató a mediados de abril a raíz de la pugna entre dos facciones militares que derrocaron al gobierno de transición que siguió al golpe de estado a Omar Hasán Ahmad al Bashir en 2019. Los bandos cuentan con decenas de miles de combatientes, recursos propios (entre ellos ricos minerales) y el apoyo de patrocinadores extranjeros, algo que remite a otros conflictos armados que sucedieron durante la transición democrática en Líbano, Siria, Libia y Etiopía.

El enfrentamiento armado entre dos altos generales escaló a tal nivel que puso al país en riesgo de colapso con consecuencias que podrían saltar las fronteras. Esto fue advertido por las potencias extranjeras como Estados Unidos y Arabia Saudita, los negociadores del alto al fuego dictado el 24 de abril que si bien fue aceptado por las partes, los sudaneses advirtieron su violación al denunciar disparos, explosiones y saqueadores, en la que es una situación dramática que rige desde el inicio de las hostilidades.

1. El origen del conflicto
La crisis en Sudán, un país de 45 millones de habitantes, se desató el 15 de abril luego de meses de tensión acumulada entre dos facciones militares que hicieron el golpe de estado en conjunto en 2021 al intento de gobierno civil que sucedió al exdictador Ahmad al Bashir. Al-Bashir fue derrocado en 2019 tras 30 años en el poder fue apuntado como el responsable de otros hechos sangrientos en la historia reciente de Sudán, como la guerra civil que secesión de Sudán del Sur (en 2011) o las matanzas de Darfur (2003-2008).

Desde 2021 las autoridades de los dos bandos victoriosos lideraron en conjunto el poder ejecutivo de Sudán. En el medio negociaron la transición democrática y acordaron entregar la autoridad a un gobierno liderado por civiles, en un acuerdo formal pautado para el 6 de abril de 2023. Esto incluía un cronograma para que las fuerzas paramilitares se integraran con las regulares y establecía un plazo para que quedaran bajo supervisión civil.

A medida que avanzaban los planes hacia la transición democrática comenzaron los ruidos entre los dos altos generales. El 8 de enero pasado comenzó la fase final de este proceso pero los altos mandos no se pusieron de acuerdo con las bases para unificar al Ejército. La situación política empeoró en sintonía con la retirada del financiamiento internacional y la acentuación de la crisis económica.

2. Los dos bandos que se disputan el poder
Por un lado, se encuentra el ejército del general Abdel Fatah al Burhan, el líder del Consejo Soberano de Sudán, una jefatura de facto que tiene desde 2019. Del otro lado está su adjunto en el Ejército y número dos del gobierno transicional, el general Mohamed Hamdane Daglo, mas conocido como Hemedti. El vicepresidente del consejo sudanés es además el líder de Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), una unidad paramilitar de inteligencia creada por el derrocado al-Bashir en 2013 devenida en fuerza militar regular tras el golpe.

Las diferencias entre el Ejército y las FAR detonaron el conflicto. Por un lado, el primero cuestionó el origen de las FAR relativo a las milicias Yanyauid, apuntadas por matanzas y violaciones masivas en Darfur. Además, la acusó de reprimir y asesinar a cientos de manifestantes durante el levantamiento popular pro-democracia que generaron la caída del exdictador en 2019. Por estos motivos, miembros del ejército pidieron su disolución.

Por otro lado, Hemedti se unió a los partidos civiles de una coalición las Fuerzas para la Libertad y el Cambio (FFC), una maniobra que fue interpretada por varios analistas como un intento de quedarse con el Ejecutivo sudanés. A esto se sumaron las denuncias de enriquecimiento de Hemedti y el FFC mediante la comercialización de oro y otros recursos mineros.

El líder de los paramilitares habría intentado aislar a los leales al derrocado al-Bashir que todavía tenían presencia en el Ejército regular, entre ellos los veteranos de tendencia islamista. Esto llevó a esta facción oponerse al acuerdo formal hacia la transición democrática, lo que derivó en un "derramamiento de sangre", tal como advirtió Hemedti previo a la escalada del conflicto. Finalmente, el ejército calificó a las FAR de fuerza rebelde y exigió su disolución, mientras que Hemedti calificó a Burhan de criminal y lo culpó de provocar la destrucción del país.

3. El significado del alto al fuego
Los generales sudaneses se comprometieron el martes a cumplir con una tregua de tres días negociada por Estados Unidos y Arabia Saudita en un intento de frenar la escalada del enfrentamiento armado. "Este alto el fuego tiene como objetivo establecer corredores humanitarios, que permitan a los ciudadanos y residentes acceder a recursos esenciales, atención médica y zonas seguras, al tiempo que evacuan misiones diplomáticas", expresó FAR en un comunicado.

Sin embargo, sudaneses de la capital Jartum denunciaron la violación del acuerdo a partir de fuertes disparos, explosiones y de aviones de combate que sobrevolaron el lugar. "Sonidos de disparos, explosiones y aviones de guerra volando todavía se escuchan en Jartum", dijo Atiya Abdalla Atiya, dirigente del Sindicato de Médicos de Sudán, un grupo que monitorea los decesos. "No respetan los altos el fuego", agregó.

El alto al fuego, en tanto, se concretó durante la principal festividad musulmana lo que asimismo permitió la evacuación de cientos de diplomáticos, trabajadores humanitarios y otros extranjeros por aire y tierra.

4. Lo que está en juego en la región
La guerra civil que sucedió al intento de transición democrática en Sudán expone el riesgo de que desestabilice la región volátil que bordea el Sahel, el Mar Rojo y el Cuerno de África. Esto se debe a las dimensiones de Sudán, el tercer país mas grande de África que bordea al río Nilo junto a Egipto y Etiopía, dos gigantes que dependen de la estabilidad en ese punto para subsistir.
Además, el país limita con Libia, Chad, la República Centroafricana, Eritrea y Sudán del Sur, que se separó políticamente en 2011 y se llevó el 75 por ciento de los recursos petroleros de Jartum. Todos esos países, en tanto, llevan años de enfrentamientos entre grupos rebeldes que se mueven de un lado a otro de la frontera.

"Lo que sucede en Sudán no se quedará en Sudán", subrayó Alan Boswell del International Crisis Group, citado por el portal Dailymail. "Chad y Sudán del Sur miran de inmediato el riesgo de un posible contagio. Pero cuanto más se prolongue (la lucha), más probable es que veamos una intervención externa importante", indicó.

5. El papel que juegan otros países en el conflicto
Estados Unidos y sus aliados apoyaron el levantamiento popular y la transición democrática iniciada en 2019 a pesar de que suspendieron el apoyo financiero. Rusia, por su lado, apuntó al Mar Rojo en sus planes de construir nuevas bases navales. Además, el Grupo Wagner, un grupo de mercenarios rusos con estrechos vínculos con el Kremlin, opera en Sudán desde 2017 a través de la minería de oro y resisten a pesar de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.

Por otro lado, los países petroleros del Golfo, como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, vieron de reojo la salida de Al-Bashir en detrimento de la influencia islamista en la región. Sin embargo, eso no los hizo desistir de la búsqueda de mercados para invertir en el sector agrícola, en el aeronáutico y en la construcción de puertos en la costa del Mar Rojo de Sudán.Por su parte, el vecino Egipto, liderado por el militar Abdel Fattah al-Sisi, tiene vínculos con Burhan y el ejército regular y recientemente promovió una vía paralela de negociaciones políticas a través de partidos cercanos a Burhan y a al-Bashir.

Entre los desenlaces posibles del conflicto están que el vencedor sea el próximo presidente constitucional de Sudán y que el perdedor se enfrente al exilio, el arresto o la muerte; una guerra civil prolongada como ocurrió en otros países que intentaron girar hacia la democracia; o la partición del país árabe y africano en dos administraciones rivales.

Alex De Waal, un experto en Sudán de la estadounidense Universidad de Tufts, señaló que el conflicto debería verse como "la primera ronda de una guerra civil". "A menos que termine rápidamente, el conflicto se convertirá en un juego de varios niveles con actores regionales y algunos internacionales que persiguen sus intereses, utilizando dinero, suministros de armas y posiblemente sus propias tropas o representantes", puntualizó en un comunicado.


     
 
 

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