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Condenaron a un hombre por explotar laboralmente a un correntino de 16 años
Miércoles, 16 de septiembre de 2020
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Se trata de un entrenador de caballos que deberá pagarle a la víctima la suma de 50 mil pesos. La causa se inició en febrero de 2012 y recién ahora culminó con un juicio abreviado donde el imputado reconoció el delito.
Un entrenador de caballos de la provincia de Entre Ríos fue condenado a 4 años y 6 meses de prisión por esclavizar a un menor correntino de 16 años en una estancia de su propiedad.
Se trata de José Raúl Gadea (64), propietario y entrenador de caballos pura sangre, quien ante el Tribunal Federal de Paraná se declaró culpable de haber cometido el delito de trata de personas con fines de explotación laboral en su modalidad de acogimiento.
Más allá de la condena, que deberá cumplir bajo el régimen de prisión domiciliaria en función de las enfermedades crónicas que padece (problemas cardíacos severos, diabetes, hipertensión y cáncer), la Justicia entrerriana dictaminó que abone a la víctima o a su familia la suma de 50 mil pesos en concepto de reparación del daño causado.
La causa que terminó con la condena del misionero se inició hace ocho años. En aquel entonces la víctima (J.J.B.) tenía 16 años, no iba a la escuela y vivía con su familia numerosa en la localidad correntina de Mercedes, a cargo de su madre, que no contaba con recursos para que todos pudieran alimentarse.
Por eso el menor se embarcó sin pensar demasiado cuando un hermano del condenado le ofreció ir a trabajar a la chacra Barbarita, en Entre Ríos. Su idea era juntar dinero para ayudar a su mamá.
El 16 de febrero de 2012 llegó a Gualeguaychú, donde fue recibido por Gadea. El hombre lo alojó en una habitación precaria -lindante a su vivienda- que estaba sucia, con puerta sin seguridad, ventanas sin vidrios y una instalación eléctrica deteriorada.
De acuerdo a lo consignado en el expediente, las primeras dos semanas el menor recibió guiso como almuerzo y cena. Luego Gadea se comprometió a pagarle un sueldo mensual de 2 mil pesos y, pasado el primer mes, le abrió una cuenta para que se comprara comida de un almacén cercano.
Pero al cabo de un tiempo Gadea le reprochó los gastos que hizo y sólo autorizó a comprar alimentos por 200 pesos por semana, dinero que luego le descontaba del sueldo.
En su declaración testimonial contó que su horario de trabajo era de 7 a 12:30 y de 14 a 21, de lunes a domingo. Sus tareas consistían en cuidar la tropilla de pura sangre del condenado, arreglar alambrados, cortar yuyos, pasturas, juntar alambres y vidrios del campo, arreglar las cañerías y cortar leña con motosierra; entre otros quehaceres.
Denunció que Gadea lo hacía trabajar en exceso y que, en una o dos oportunidades en que se durmió por el cansancio, lo maltrató verbalmente, lo insultó y le dio más trabajo.
Eso duró hasta que en determinado momento J.B.B. decidió ponerle fin a la explotación trabajando solamente ocho horas por día y exigirle a su patrón el pago de los sueldos convenidos.
Gadea prometió hacerlo pero nunca cumplió. Después de reiterados reclamos, el chico dejó el lugar y radicó la denuncia ante la Defensoría de Pobres y Menores de Gualeguaychú.
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