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Un periodista ocultó su discapacidad en Tinder para tener una cita
Jueves, 15 de junio de 2017
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El periodista estadounidense Jason Laughlin eliminó las fotos que lo mostraban en muletas de sus aplicaciones de citas para ver si lograba mayor éxito. El resultado y sus conclusiones
Cuando tenía 30 años, Jason Laughlin consideró la recomendación de un amigo de incursionar en el mundo de las plataformas de citas online. Siguió su consejo. Creó su primer perfil y gracias a eso logró una cita y después su primera relación amorosa seria. Sin embargo, dice, siempre se le hizo cuesta arriba.
"Para una persona en el siglo XXI, las citas online son la forma más simple de salir con alguien", comentó en su columna en Philly. "Desafortunadamente, si alguien te da una oportunidad en aplicaciones como Tinder o Bumble depende, en gran medida, de cómo te ves. Con mis deformidades visibles, estoy seriamente en desventaja desde el principio", siguió.
Laughlin nació con una discapacidad. Una enfermedad congénita hizo que desde que salió del vientre de su madre, debiera necesitar ayuda para movilizarse. Además de una altura por debajo de la media, se sirve siempre de sus muletas para caminar. Aprendió a vivir con ello. Sus padres le enseñaron a verse a sí mismo como cualquier otro niño. Cuando creció se destacó en su trabajo, forjó amistades fuertes, pero siempre tuvo un problema: salir con mujeres.
"Escribo esto con la advertencia de que las citas online, en ocasiones, me funcionaron y algunas mujeres de mi vida podrían decir con una risa cansada: 'Sí, sus discapacidades definitivamente no eran el problema'", mencionó antes de decir que su discapacidad jugó un rol clave en sus fracasos amorosos. Entonces, decidió sacar las fotos en las que se lo muestra con muletas de sus aplicaciones de citas.
"A principios de este año, después de pasar semanas sin un 'match', y mucho menos una cita, eliminé de mis perfiles todas las imágenes que mostraran mi discapacidad. Fue un experimento para ver cómo iría si me presentara como un tipo normal", contó.
A medida que pasaban los días, se dio cuenta de que su éxito aumentaba. Podía ver desde lejos lo que sentían los demás, pero no participar de ello. "Al borrar mis limitaciones físicas, tuve una idea de lo que se sentía la normalidad", confesó. Aunque lo único que logró fue ponerlo furioso.
La euforia por sentirse en "un juego de rol", por participar en un mundo en el que siempre había querido estar, de forma anónima, dio paso a la angustia por saber que estaba haciendo algo incorrecto. Entonces, tuvo que terminar con la ilusión. "Sería injusto no permitir que estas mujeres supieran cómo me veía antes de conocerme, así que les expliqué mi situación".
Algunas no tuvieron problema en seguir y concertar un cita que, en su mayoría, terminó en nada. Otras admitieron que no querían salir con personas discapacitadas, pero las que más afectaron al periodista fueron aquellas que comenzaron a responder mensajes con menos frecuencia. A ocultar que, en verdad, no querían tener una cita con él.
"Mi experimento de citas online alimentó un pensamiento feo, que las cosas más esenciales sobre mí simplemente no importan cuando se pesan en contra de cómo me veo", concluyó Laughlin, aunque continuó: "Injusto, ¿no? Excepto que, en realidad, yo no soy mejor que ellas. He pasado a la izquierda (rechazado) sin pensar un segundo cuando alguien tenía sobrepeso o demasiados tatuajes o no me parecía atractiva".
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