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Condenaron al hombre que asesinó a un hincha por gritar un gol
Sábado, 20 de mayo de 2017
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 La familia de la víctima esperaba una sentencia a cadena perpetua
En un fallo dividido, el Tribunal Oral en lo Criminal 28 condenó a 16 años de prisión de Gustavo Aníbal Olivera, quien asesinó a Eduardo Cicchino en la puerta de un bar de San Telmo, a donde había ido a ver un partido de Boca. La familia de la víctima esperaba una condena a cadena perpetua.
El ataque que terminó con la muerte de Cicchino ocurrió hace exactamente un año, el jueves 19 de mayo de 2016 por la noche, en el bar "Seddon". El joven había ido junto a un grupo de amigos a ver el partido por los cuartos de final de la Copa Libertadores en el que Boca eliminó por penales a Nacional de Montevideo.
El conflicto se inició cuando desde la mesa donde estaban Cicchino y sus amigos gritaron el gol del empate de Boca y, sucesivamente, festejaron el desenlace a su favor por penales. Olivera, que estaba sentado en otra mesa ubicada en el fondo del bar, se molestó por el festejo de los simpatizantes de Boca y comenzó a insultarlos, aunque el incidente no pasó de un intercambio de palabras.
Una vez finalizado el partido, Cicchino y sus dos amigos salieron a la calle y allí el hombre siguió con las provocaciones insultando y empujando a los jóvenes. Los jóvenes le pidieron que dejara de insultarlos pero, en ese momento, el agresor sacó una navaja y le aplicó una puñalada en el tórax a la altura del corazón a Cicchino, quien cayó herido en la vereda. Murió tras dos semanas de agonía y tres operaciones.
Al condenar a Olivera, la Justicia consideró que se trató de un homicidio simple. En la familia creen que hubo alevosía, ya que fue un ataque a traición, por lo que esperaban una pena agravada.
En la puerta del tribunal, luego de escuchar la sentencia, el padre de la víctima explicó su posición. "Si alguien me convence de que no es un homicidio agravado, no apelaré. Mientras tanto, estoy convencido de que lo es, entonces apelaré", sostuvo Marcelo Cicchino. "Si yo tengo un arma escondida, con una mano trato de esconderla y con la otra ataco, encima con una navaja de cacería que tiene un rompecoco en el mango, tengo una decisión de matar. Mi hijo no tuvo la oportunidad de ver el arma ni de alejarse y no pelear", argumentó.
"Olivera dice que utilizaba la navaja como herramienta en el trabajo para cortar flejes de embalajes y que después del trabajo había ido al bar. Es inverosímil, no lo cree nadie. Si yo tengo un arma así, ante una situación de defensa (que no lo fue), no voy al corazón, sino al brazo. La decisión de matar es indiscutible", insistió.
No obstante, valoró que en el primer aniversario del ataque haya una sentencia. "Nos da un poco de esperanza", admitió.
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