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Caminó durante 30 horas y bebió su orina para sobrevivir
Martes, 27 de diciembre de 2016
Karen Kein fue hallada en un refugio abandonado y a punto de morir de hipotermia. La interminable caminata y la pérdida de un zapato

Karen Kein es una gran deportista. Solía ser una verdadera atleta de triatlón. Pero sobre todo una madre única. Una completa heroína. Es que el pasado 22 de diciembre debió caminar 42 kilómetros con temperaturas bajo cero en medio de la nieve para salvar a su familia que se encontraba atascada en la ruta en medio de las montañas del límite entre Arizona y Utah.

El pasado jueves, junto a su esposo Eric e Isaac su hijo de 10 años, decidieron emprender un viaje por el Parque Nacional del Gran Cañón. Arrendaron un automóvil en Las Vegas y condujeron por la carretera 67 hacia el sur de Arizona. Sin embargo, cuando estaban por cruzar hacia el lado norte del lugar, la ruta había sido cerrada por la nieve.

Siguiendo las instrucciones del GPS y bajo una intensa nevada, fueron por caminos alternativos. Mala idea. En un momento determinado, con la visibilidad casi nula, el vehículo quedó atascado en una cuneta repleta de nieve. No había nadie cerca. Y pedir ayuda desde allí no estaba entre las alternativas. No había señal telefónica que pudiera comunicarlos con el servicio de emergencias del parque.


Fue por eso que Karen -quien en su juventud había tomado clases de supervivencia- decidió encarar el camino congelado para buscar a alguien que los rescatara. Fue hacia el norte, Utah. Pensó en la primera opción: una autopista cercana donde podría pedir auxilio. Al llegar, percibió que su plan no había sido el mejor: el camino estaba también clausurado por la tormenta.

Habían pasado pocas horas, pero ya estaba en marcha. Decidió continuar. Sólo tenía un poco de agua y algo para comer. Tenía la esperanza de poder hallar ayuda de inmediato. Continuó caminando, hundiendo sus pies en la suave nieve que hacía su paso más lento y cansador. Pasaban las horas y nada se sabía de ella.

Eric, sin conocer qué había pasado con ella, intentó concretar su plan. Escaló junto a Isaac a lo más alto de un cerro hasta conseguir señal en su teléfono celular. Allí emitió el alerta a la oficina del alguacil del condado de Kein. Ambos fueron rescatados. Estaban casi congelados y debieron recibir tratamiento médico de urgencia. Mientras tanto, Karen seguía sin aparecer.


La policía emitió un alerta. "La oficina del aguacil del condado de Coconino y del condado de Kane están buscando a la mujer de 47 años Karen Klein, quien fue vista por última vez caminando el pasado 22 de diciembre a las 2:30 pm, cerca al parque DeMotte". Todas las patrullas estarían alertas. La perspectiva era desoladora: "Después de que se alejó caminando, el área recibió más nieve y se espera otra cantidad adicional", señalaba el boletín policial. Las autoridades de Arizona y de Utah estaban alertadas por la desaparición.

Poco después de la medianoche del sábado 24, los rescatistas pudieron hallar a Karen. Había encontrado refugio en una precaria cabaña de madera de guardia que estaba sin uso por el invierno. Estaba oculta debajo de varias mantas que había colocado para evitar una hipotermia.



Había recorrido decenas de kilómetros en 30 horas y llegado hasta el norte del Gran Cañón. Quienes la encontraron no entendían cómo aún estaba con vida. Se había aferrado a su idea de conseguir ayuda y no había detenido su marcha. Para subsistir bebió su propia orina y comió ramas de árboles. Tampoco durmió. Hacerlo podría significarle nunca más despertar.

En total caminó 41,8 kilómetros. Los últimos seis y medio sin uno de sus zapatos. Se desplomaba cada tres metros. Fueron interminables las últimas nueve horas del trayecto en donde casi muere. Hasta que halló el refugio, donde creyó que todo terminaría.


Ahora, Karen -quien es profesora de biología en Northampton Community College– se recupera en el hospital de Utah, esperando su cumpleaños número 47, el próximo domingo. Seguramente pierda algunos de los dedos del pie que no pudo proteger durante los últimos kilómetros de su travesía.

Su hermana gemela, Kristen Haase, no entiende cómo pudo sobrevivir a las bajas temperaturas que enfrentó. "Lo que la mantuvo andando es que ella no quería que su madre la enterrara. Ello no quería que su hijo creciera sin su madre", señaló Haase.


     
 
 

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