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Destruir el monumento a Bayer, un ensayo de fascismo explícito
Lunes, 31 de marzo de 2025
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 Un Gobierno que manda operarios a derrumbar un monumento de un escritor hace una maniobra para ver cuánto se toleran estas "pequeñas" acciones de intimidación política. Llevan a la vida real la práctica de sus militantes digitales. Por estos días, se volvieron virales las imágenes de operarios de Vialidad Nacional derrumbando sin contemplaciones el monumento al historiador, escritor, periodista y militante anarquista Osvaldo Bayer. Ver a la retroexcavadora voltear la imagen de quien desentrañó la criminalidad de la casta ruralista de la Patagonia del primer cuarto del siglo XX es todo un símbolo a lo que aspira el fascismo de Javier Milei y su batalla cultural, que es destruir cualquier idea de solidaridad con los trabajadores explotados.
No es casualidad que, en simultáneo, frente al Congreso de la Nación donde se autorizaba un vergonzoso acuerdo con el FMI, fuerzas de seguridad pertrechadas con armamento similar al que utilizan las tropas de ocupación de cualquier ejército que invade países indefensos, rodeen y apaleen a los jubilados.
Tampoco es mera causalidad que los funcionarios y tuiteros financiados por el Gobierno que se autopercibe libertario justifiquen la barbarie en la mentira que la jubilada garroteada "atacó al efectivo" o la falacia de que el fotógrafo Pablo Grillo cometió el error de ponerse al frente de la granada criminal que le partió el cráneo, mandándolo al quirófano, a terapia intensiva, y seguramente a una larga y difícil rehabilitación.
No es casualidad que los tuiteros del régimen mileísta hayan celebrado a la topadora que se llevó puesto al monumento de un verdadero anarquista, que creía en la solidaridad social como herramienta de superación de las crisis.
Tampoco es casualidad que los principales ejecutores de las políticas de ajuste que se aplican con motosierra sean parte del actual Gobierno, como Patricia Bullrich, ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa, que le recortó el 13% de los haberes a los jubilados y a los empleados estatales entre 1999 y 2001. Lo propio hicieron las provincias con los bonos como el Cecacor, Quebracho, Bocanfor, etcétera; lo volvieron a hacer Federico Sturzenegger y Luis Caputo en 2018 con el empréstito electoral más grande de la historia que le otorgó el FMI a un país en llamas con 43.000 millones de dólares que se esfumaron sin llegar a las arcas argentinas.
Los riesgos de deshumanizar al disidente Derrumbar monumentos de los que piensan distinto es un símbolo de una época en la cual la prédica fascista es alentada desde la propia Casa Rosada con la falacia de la supuesta búsqueda de la "memoria completa", personalizada en el teórico de cabecera del Presidente, Agustín Laje, que no oculta su militancia homofóbica y su prédica de odio e intolerancia hacia todo lo que represente la idea de solidaridad social que el propio Milei identifica como "zurdos de mie...".
No hay que olvidar que el fascismo de derecha siempre comienza su campaña de entronización de la intolerancia con la deshumanización de los disidentes. No es casualidad que Mauricio Macri y Milei coincidan en adjetivar a sus opositores como "orcos" o "mandriles". Vale recordar Juan Domingo Perón acusaba a sus opositores de "gorilas".
El expresidente Macri llama a los que no abrazan el ideario de derecha como "orcos", los villanos monstruosos que la literatura de Tolkien creó para su saga "El señor de los anillos".
Milei elige la adjetivación "mandriles" para quienes no aceptan el evangelio de las autopercibidas "fuerzas del cielo".
Deshumanizar al que piensa distinto es la primera recomendación de los programas de acción nazis y racistas como el Apartheid porque si enfrente están los que no son humanos, es más fácil justificar las políticas inhumanas que se aplican sobre esos disidentes, como por ejemplo los cuatro tiros con los que las tropas de ocupación de la Patagonia, al mando del coronel Héctor Varela, fusilaron a más de 1.500 peones rurales que encabezaron una serie de huelgas en reclamo de mejores salarios y condiciones laborales entre 1921 y 1922.
Eso fue lo que demostró Osvaldo Bayer al exponer la matanza indiscriminada de trabajadores rurales por el solo hecho de reclamar contra un régimen de trabajo de explotación y reducción a la esclavitud.
Deshumanizar al que piensa distinto también le sirvió a Adolf Hitler y sus subordinados para comenzar su campaña antisemita en la noche del 9 de noviembre de 1938 mandando a su militancia juvenil a romper las vidrieras de los negocios de la comunidad judía de Alemania y apalear alguno que otro propietario de origen semita.
En Alemania nadie se alarmó demasiado con ese ataque porque total "solo rompieron vidrios". El episodio se conoce históricamente como "La noche de los cristales rotos", "Kristallnacht" en idioma germano. Todos sabemos que lo que comenzó rompiendo ventanas, terminó con el asesinato en masa de millones de judíos de la Europa que tuvo el infortunio de ser sometida a la ocupación de las tropas nazis.
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