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El terremoto político chileno, una alarma para el Brasil de Lula
Martes, 9 de mayo de 2023
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En un país aún dominado por el atraso cultural, un racismo que se resiste a morir y por la miseria, el peligro de reproducir las dinámicas chilenas se ha vuelto real. El Brasil de Lula ha recibido con alarma la noticia de que en Chile la extrema derecha se ha convertido en la primera fuerza del país, lo que Rocío Montes ha calificado en este diario como “terremoto político”. Ello significa que la nueva Constitución, que debería suplantar a la de Augusto Pinochet, estará dominada por las fuerzas derechistas, quebrando las ilusiones de la izquierda progresista.
El mundo político de Brasil que pretende derrotar, con la vuelta de Lula al poder, la desastrosa política de extrema derecha golpista de Bolsonaro va a tener que verse en el espejo de la sorpresa chilena para no resbalar en los mismos errores. La posibilidad de que el Lula resucitado, una especie de Sansón bíblico para derrotar al Goliat de la derecha, pueda caer en los errores de la izquierda chilena no es sólo una quimera. Es un temor legítimo que empieza a incrustarse en la aún turbulenta política posbolsonarista. Los primeros síntomas habían empezado a aparecer justamente días atrás, cuando Lula se dedicaba en cuerpo y alma a la política exterior llegando a viajar en sus primeros 120 días de gobierno a 11 países, entre ellos, Argentina, Estados Unidos, China, Egipto, Emiratos Árabes, Portugal, España, Inglaterra, además de los que ya tiene en programa de visitar. Y es que mientras Lula se exhibía como un líder mundial, capaz hasta de acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania, en el Congreso, donde se amasa la verdadera política local, su Gobierno no ha conseguido aún aprobar un solo proyecto de ley.
La gran preocupación de las fuerzas progresistas en un país hasta ayer herido duramente en sus valores democráticos, aún aturdido por la política extremista y neofascista durante el anterior mandato, es que el nuevo Gobierno, considerado de centro izquierda, no consiga hacerse protagonista en un Congreso en el que el bolsonarismo ha conseguido echar raíces y hasta dominarlo.
Mientras Lula es aplaudido en el exterior, donde aún conserva el prestigio que le dieron sus dos anteriores períodos de gobierno, en Brasil empieza a temerse que sus excursiones planetarias dejen espacio para que en el Congreso, donde se juega la verdadera política, se refuerce una derecha que creció y se envalentonó con Bolsonaro. Una derecha no golpista, pero que empieza a convertirse en un muro que impide al nuevo Ejecutivo implantar su nueva política de apertura democrática y de reformas fundamentales.
Ya no es cuestión de la presencia o no de Bolsonaro. Son la derecha y la extrema derecha como tales las que están haciendo la fiesta en un Congreso que aparece como un muro difícil de derribar por el nuevo Gobierno reformista.
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