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Detenido tras pegarle a su mujer e hija discapacitada
Viernes, 4 de diciembre de 2015
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El acusado es chofer de la ambulancia del hospital local. Una organización contra la violencia de género denunció que la mujer recibió presiones para retirar la denuncia. En una casa del barrio 25 Viviendas ocurrió el caso. Jésica Salinas y su hija de 9 años debieron ser auxiliadas por vecinos al ser atacadas a golpes por Armando Ojeda.
El chofer de una ambulancia del hospital de la localidad de San Miguel fue detenido al ser acusado de propinarle una golpiza a su concubina y la hija de 9 años, quien además es discapacitada. Se trata de Armando Ojeda, de 31 años, quien fue alojado en la comisaría local al ser denunciado por violencia de género. Jésica Salinas (28 años) y su hija discapacitada lograron salvar sus vidas gracias a la intervención de los vecinos. De acuerdo al relato que Jésica Salinas confió a Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala), fue humillada y castigada psicológica y físicamente durante más de 12 años por su esposo, Armando Ojeda, quien es chofer de una ambulancia del hospital de San Miguel. De acuerdo a la denuncia, el hombre la maltrataba cruelmente y también a su hija discapacitada frente a la mirada de los vecinos, que esta vez decidieron intervenir. El martes pasado, al volver de su trabajo, testigos relataron que Ojeda se abalanzó a golpes contra su hija discapacitada con una linterna de metal tipo policía. Al intentar oponerse, Jésica resultó con el tabique roto y múltiples golpes. Alertados por lo que sucedía, un grupo de vecinos intervino y Ojeda huyó del hogar. Tras hacer la denuncia y ya en el hospital, Jésica contó que si bien fue bien atendida por sus heridas, debió soportar que el director del nosocomio le pidiera “que retire la denuncia”. Tras la negativa, esa misma noche recibió la visita en su domicilio de una enfermera y la bioquímica del hospital, quienes volvieron a insistirle que retirara la denuncia. En todos los casos el argumento fue que si Ojeda era detenido, ella y sus hijas perderían toda fuente de ingreso y que luego de la denuncia ninguna de las personas ni organizaciones que se ofrezcan para acompañarla quedarían a su lado. “Dolorosamente tenemos que contar otro caso de violencia en San Miguel, donde Mumala viene trabajando desde hace más de un año en charlas de concientización y capacitación para que todos comprendamos que el problema de la violencia de género es social, no privado. En este caso los vecinos salieron a defender a las víctimas y el agresor no las mató porque todo el barrio intervino”, resaltó Leticia Gauna, la coordinadora de Mumala que acompañó a la víctima al momento en que debía prestar declaración ayer a la mañana ante el Juzgado de Instrucción Nº 2. “Nos contó que hace 12 años se aguanta los malos tratos y esta vez dijo basta. Le pidió al marido que lleve sus cosas y se vaya de la casa, y eso hizo que volviera a golpearla, tanto a ella como a la niña discapacitada. En este caso las víctimas están vivas porque intervinieron los vecinos, no el Estado”, señaló la referente de Mumala al evaluar, asimismo, el grado de perversidad que hay cuando se naturaliza la violencia, cuando la mujer no solamente queda oprimida por su pareja sino por todo un contexto en el que ella no puede pedir ayuda a quienes se supone la tienen que ayudar. “Le dijeron que si no retira la denuncia, él puede perder su trabajo. Nuevamente es ella sola la que se expone, cuando son los funcionarios públicos los que deben garantizarle a ella un mínimo de seguridad y protección. Sin embargo, con la nariz rota y la hija golpeada le piden que sea ella quien le conceda a él un mínimo de protección”, lamentó Gauna. Para Mumala, pese a las circunstancias, es destacable la intervención colectiva de los vecinos, que constituyeron rápidamente una red de contención para las víctimas. “Tenemos que recordar siempre que no es simplemente un problema de pareja. Hablando con Jésica nos dimos cuenta de que ella estaba sometida en todos los sentidos”, enfatizó la coordinadora de Mumala.
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