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Sortearon las 180 viviendas del barrio Independencia
Jueves, 5 de mayo de 2016
El Invico preadjudicó las casas construidas en el Barrio Independencia. Se anunciaron 200, pero por ley el 10 por ciento queda en reserva a disposición del Gobierno.
Los que no lograron ser sorteados, se molestaron y acusaron a auroridades de “corruptos”. No hubo incidentes.



El Instituto de Viviendas de Corrientes (Invico) sorteó ayer 180 viviendas entre 6.500 postulantes. Miles de correntinos se agolparon a presenciar el proceso. Hubo emociones, llanto y al final bronca, pero sin mayores incidentes.
Más de cinco mil personas presenciaron ayer en el Club de Regatas Corrientes el sorteo de 180 casas del Instituto de Vivienda de Corrientes (Invico), ubicadas en el barrio Independencia de la Capital. El resto no pudo ingresar al estadio.
Supervisó el desarrollo de este procedimiento de adjudicación, el interventor del organismo, Bernardo Rodríguez, quien estimó que las viviendas se entregarían en un plazo estimado de dos meses.
Cada vivienda cuenta con dos habitaciones, baño, cocina, comedor, lavadero y patio, en un terreno de 200 metros cuadrados (10x20).
Participaron del sorteo 6.503 postulantes, de acuerdo a lo informado por la gerente del área social del organismo, Zulma Gadea, quién comentó que a las 8 horas se procedió a efectuar la carga de dos urnas por orden alfabético y a las 15 horas aproximadamente inició el sorteo, supervisado por escribanos.
En tanto, Rodríguez, quien estuvo en el lugar, indicó que “de las 200 viviendas construidas, son 180 las que se entregarán y otras 20 se reservan para casos urgentes: personas con capacidades diferentes y ex combatientes, está todo establecido por ley”.
Fue eso lo que enfureció a un grupo de postulantes, quienes, una vez finalizado el sorteo, exigieron, entre lágrimas y empujones, saber a quién se entregarían esas casas. “Chorros. Son chorros. Que vengan acá a decirnos a los parientes de quienes irán esas casas”, gritaban.
La policía rápidamente hizo un cordón y evitó el paso. Pero no pudieron calmar los ánimos. Hubo quejas de mujeres que esperan hace 20 años una casa. Hubo otros que gritaban “corruptos”.

Un sueño
Desde las 8, la cola de postulantes que intentaban ingresar al Club de Regatas se extendía hasta la calle Catamarca. Hasta las 15, se mantenía a la altura del faro a la vera del río.
Madres, abuelas, padres, hijos, sobrinos, nietos, mujeres embarazadas, personas con discapacidad se acomodaron en las tribunas del estadio. Presenciaron una por una la carga de las 6.503 tarjetas.
La gente intentó entrar al club desde las 8, pero sólo pudieron hacerlo hasta las 12 del mediodía. El estado ya había sido colmado y una mil personas reclamaban que los dejen entrar.
“Tenemos el mismo derecho. Estamos desde las 6 de la mañana. Casas para todos”, gritaban.
Entre quienes esperaban mejor suerte y poder entrar, había embarazadas, ancianas, ciegos y discapacitados.
La mayoría no sabía que no era obligación estar presente. Sólo sabían que tenían la oportunidad de acceder a una vivienda. Esa que en la mayoría de los casos, se les niega desde hace más de 20 años.
En la cola de quienes esperaban entrar, todo era puro rumores. Algunos malintencionados. “Dicen que ya están adjudicadas. Que sólo sortearon 40”, corría de boca en boca.
Nada era cierto. Como tampoco esos rumores que debían salir a desmentir las autoridades del Invico, cuándo semanas atrás surgió el rumor de que las casas ya tenían dueños y había quienes las vendían a 80 mil pesos. Puras mentiras.
Lo cierto es que unas 1.000 personas se molestaron por no poder entrar. “Por lo menos que pongan una pantalla para ver el sorteo”, reclamaban a los policías que resistían los empujones.
Las autoridades del Invico no tuvieron en cuenta a quienes no pudieron entrar. Hubiera bastado con colocar megáfonos para oir el sorteo.
Dentro del estadio todo era diferente. La cancha donde juega Regatas estaba rodeada de gente ansiosa, pero calma. Las tribunas estaban repletas.
Unas 5 mil personas soportó por seis horas y media la lenta carga del cupón de cada una de los 6.503 postulantes.
Hubo momentos de distensión, de risas, de aplausos. Ello, gracias al carisma del escribano Pedro Canet Fages, que con sus intervenciones le robó al público más de una carcajada. El mismo debió soportar al final del sorteo que la gente lo increpe y le pida explicaciones por las 20 casas que no se sortearon o por qué no se prioriza a quienes esperan hace más de 20 años.
Apenas 10 minutos antes de las 15, se inició el sorteo. Primero se sortearon 10 viviendas para discapacitos, quienes tenían un padrón distinto de 37 familias en total. Fue la primera emoción de la jornada. Vanesa Ruiz Díaz fue preadjudicataría de una casa especialmente acondicionada. Esperaba hace 12 años. Tiene una hija de 16 años con discapacidad. La aplaudió todo el estadio.
Luego fue el turno de los ex combatientes, quienes acordaron recibir 3 casas, pues el padrón es sólo de 12. Otros 3 competirán en el próximo sorteo y así hasta concluir.
Había llegado el gran momento. El proceso duró casi dos horas. Los postulantes aplaudían a quienes lograban ser preadjudicatarios y estaban presentes. Hubo muchas lágrimas.
No faltó quien se llevara una decepción, pues hubo casos en que sólo el número de documento diferenciaba a a unos de otros.
La gente de vez en cuando gritaba: “Que se revuelva la urna”. Se hizo siempre. Incluso se invitó a quien quiera hacerlo. Cada uno de los 180 cupones lo sacaron los propios postulantes. Todo fue transparente.
El público prestó atención a todo. Estuvo en cada detalle. Por eso, cuando el escribano anunció que se sacarían los dos últimos cupones, alguien del público gritó: “Faltan 20 casas, señor!”.
Esa intervención obligó a la gerenta Zulma Gadea a explicar: “Se sortearon 180 casas y por ley un 20 por ciento corresponde de reserva al Poder Ejecutivo”.
Un grupo de postulantes exigió saber a quienes destinarían esas casas. Gritaron: “Chorros, corruptos” y pidieron que “den la cara”.
Todo terminó en minutos. Más de 6.300 empadronados se fueron desilusionados; aún esperan por su casa. Bernardo Rodríguez se humanizó: “Nos duele el estomago al ver a tanta gente esperando una casa. Nos comprometemos a construir más casas. Este Gobierno nacional se comprometió con Corrientes. Fuimos discriminados durantes 10 años”.
La ilusión no se pierde. Pero las palabras no bastan. Los correntinos esperan poder cumplir el sueño de la casa propia. Lo de ayer fue un evento inédito para muchos capitalinos.


     
 
 

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