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Cortaron Internet de la casa de la maestra para que no mande tarea
Jueves, 7 de mayo de 2020
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El confinamiento también ha traído consigo situaciones harto divertidas. Por pintorescas. Por pícaras. Por ingeniosas también, a qué negarlo. Hay quienes creyeron, equivocadamente, que el encierro general había que afrontarlo como una vacaciones. Craso error. Nos se trataba de un tiempo de relax. Ni de asueto total. Ni de descanso a la bartola. Ni de evasión a pierna suelta…
Se trataba de cuanto todos sabemos. De una premisa para comenzar a plantar cara al virus dichoso. Sin más vuelta de hoja que la unión frente a la dura batalla que el país debía de librar. Y que de hecho así se está haciendo -plantar cara- con un signo común de valentía. No cabe otra.
Los españoles no estamos acostumbrados al confinamiento porque se trata de una experiencia del todo inédita. Nada parecido ha surgido con anterioridad. Por tanto todo es nuevo, novedoso, como una primera edición emocional sin parangón. Se temía, y mucho, cómo iban a responder psicológicamente los españoles. Y, en este sentido, los niños…
La sociedad, los padres, los tutores, los familiares, han estado muy atentos a los niños. Seres vulnerables o no tanto, según se mire. A los niños había que explicarles qué ocurría eligiendo la versión más adecuada. Y a los niños había que controlarlos sin que ellos se sintieran controlados.
Pero los niños también aportan sucesos o sucesillos simpáticos. Propios de la travesura y de la inocencia que pintan de frescura todas sus acciones. O algunas de sus acciones. Así ha ocurrido este pasado domingo 3, en un pequeño municipio de Albacete, un hecho bastante curioso. Que enseguida puede esbozar una sonrisa en el lector. Los protagonistas son dos niños de 9 años.
Dos compañeros de clase que además son amigos y vecinos. O sea: cómplices. Ambos urdieron un plan -un plan estratégico- para acabar de una vez, de sopetón, con lo que consideraban sus abultadas obligaciones diarias en el ámbito escolar. Abultadas les parecía pero igual no era para tanto. Ya lo tenían todo preparado. ¡No fallaría!
Eran conocedores del domicilio de la maestra. Sobradamente conocedores. Así que aprovecharon la ausencia de todos los vecinos por la calle -calle solitaria en base al confinamiento obligatorio- e identificaron cuál era el cableado de su red subiéndose a una escalera. La idea era una travesura de consideración. Y tal que así procedieron.
Cortaron el mismo… pero con la fatalidad de un imprevisto decisivo: la maestra en ese momento se asomó por la ventana y los pilló in fraganti. “Me he asomado por casualidad y los he visto en plena faena a estos dos alumnos. Me estaban cortando un cable de la fachada. No sé qué pretendían pero desde luego algo bueno no era”, manifestó a la Policía.
Los respectivos padres tuvieron que personarse en el lugar. Y los chavales confesaron que “es que nos manda muchos deberes, por eso le hemos cortado Internet”. Todo quedó en nada. Hasta cierto punto. La afectada no ha denunciado los hechos en tanto en cuanto los padres se han comprometido a arreglar el desperfecto.
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