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Echegaray y el derrumbe del ciclo kirchnerista
Domingo, 20 de marzo de 2016
El Gobierno no sale de su asombro por la centralidad que está tomando la corrupción en el debate público

La historia nunca avisa. Cuando el 9 de noviembre de 1989 un miembro del Politburó de Alemania Oriental anunció en conferencia de prensa la nueva legislación para viajar del otro lado del Muro de Berlín, no imaginó que desataría el inicio de una nueva era a escala global.

Hacía meses que los ciudadanos presionaban para trasladarse con libertad hacia donde quisieran, habían empezado limitadas pero sostenidas migraciones de alemanes a Hungría y Checoslovaquia y cuando un periodista le pidió precisiones al funcionario acerca del momento en que empezaría a regir el nuevo sistema, Günter Schabowski contestó "de inmediato". La conferencia de prensa se estaba transmitiendo en directo. Al instante, miles de berlineses se presentaron en los puestos de control, exigiendo pasar al otro lado.

No esperaron a que las autoridades sigan los habitualmente lentos pasos de la burocracia para tomar la decisión de presentarse ante el muro y se presentaron a que se efectivice "die Wende", el cambio, en ese mismo momento. Lo que tal vez no se habían animado a soñar meses atrás, querían que se concrete ya mismo. Al otro día, se producía la caída del Muro, un antes y después definitivo, el anticipado salto del siglo XX al XXI.

LOS CAPRICHOS DE LA HISTORIA QUISIERON QUE LOS 100 DÍAS DE MACRI COINCIDAN CON EL DERRUMBE DE LOS DOS EMPRESARIOS MÁS EMBLEMÁTICOS DEL KIRCHNERISMO

Algo cuyas consecuencias todavía no terminamos de configurar parece estar carcomiendo a la opinión pública argentina. Los caprichos de la historia quisieron que los 100 días del gobierno de Mauricio Macri coincidan con el derrumbe de los dos empresarios más emblemáticos del poder en la era kirchnerista. El Presidente imaginó que sería un proceso que, de suceder, jamás se presentaría en el primer año de gestión.

Tanto evita el macrismo esta agenda, tan poco interesa en las altas esferas del poder que esta discusión se instale que, en las últimas semanas, se reprodujeron hasta el infinito los rumores de un pacto entre Cristina Kirchner y su sucesor, imposibles de creer con solo recordar los días de la traumática transición.

Un gobierno que llegó a la gestión con la planificación de las prioridades mes a mes y año a año, que se siente plenamente satisfecho por los resultados obtenidos hasta ahora, acostumbrado a pensar en el largo plazo mientras hace un fenomenal esfuerzo por sostener un corto plazo con limitadísimos recursos económicos y promesas de un futuro mejor, no sale de su asombro por la centralidad que está tomando la corrupción en el debate público, fuera de todo plan.

Sienten que vienen haciendo las cosas bien. Viajan a Nueva York, y se ponen de acuerdo con el special master Daniel Pollack para resolver la pesadísima sentencia que Argentina debe cumplir.

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En el Congreso, reciben más respaldo del esperado. Mientras el proyecto del oficialismo le daba media sanción en general al proyecto del oficialismo, el equipo del jefe de Gabinete estaba reunido en Olivos preparando la reunión que tendrían con Macri minutos después. Era el día del cumpleaños de Marcos Peña y alguien comentó que justo le llevaron una torta para festejar los 39 años, y de paso los 165 votos logrados, pero cerca de él lo negaron, aduciendo que la salida definitiva del default no es motivo de festejo. "Lo que sí hubo es un elogio explícito a Emilio Monzó", dijeron, y no es para menos, porque el presidente de la Cámara de Diputados logró -incluso- poner entre la espada y la pared a Sergio Massa, mostrando un gobierno con menos dependencia del bloque del Frente Renovador, que se viene haciendo menos numeroso ante cada nueva negociación.

Un trámite igualmente exitoso esperan en el Senado. El presidente del bloque del FpV, Miguel Pichetto, que siempre creyó que la sentencia a favor de los holdouts era un problema que había que resolver, desplegó su talento invitando a los principales actores de la vida política y económica para que el respaldo al proyecto del oficialismo no corra solo bajo sus espaldas. Sindicalistas y empresarios desfilaron por la Cámara alta avalando la postura oficial. Pero el salto cualitativo lo dieron los gobernadores, que por primera vez fueron citados para exponer su posición ante un proyecto legislativo. ¿Volverá Máximo Kirchner a pedirle a los senadores del FpV que voten en contra, una vez explicada a los cuatro vientos la posición de los gobernadores? Gran picardía de Pichetto.

Macri llega a los 100 días de Gobierno con el 70 por ciento de respaldo de la población, la gobernabilidad garantizada, el dólar contenido, la producción del campo que empieza a ponerse en marcha, los principales países del mundo extasiados por la aparición de su liderazgo en la región. Preocupa la inflación, la caída del empleo, los aumentos de servicios y transporte público que aún no quisieron concretar, pero también perciben que las mayorías le están dando tiempo y todavía están muy lejos no solo de enojarse, sino aún de quejarse.

MACRI LLEGA A LOS 100 DÍAS DE GOBIERNO CON EL 70% DE RESPALDO DE LA POBLACIÓN

Todo está saliendo muy bien. Pero justo cuando la corrupción empieza a instalarse entre las principales preocupaciones de la sociedad, una investigación periodística en el diario La Nación comprueba que el Grupo Indalo aprovechó un recurso legal pero discrecional para financiarse y comprar nuevas empresas y otra investigación periodística en Canal 13 comprueba que en la financiera SGI personajes ligados al dueño de Austral Construcciones contaban millones de dólares para introducirlos en el lavado.

Claro que no se trata de temas nuevos. Son denuncias que se arrastran desde hace tres o incluso cuatro años que el Gobierno. El que cambió es el Estado. Alcanza con que ya no juegue como una fuerza de tareas para la protección de ilícitos del poder para que la abyecta obscenidad de la corrupción quede manifiesta a la vista de todos.

Desde autoridades aeroportuarias que no controlaron pasajeros y bolsos recurrentemente sospechosos hasta la complicidad de la Unidad de Información Financiera que nunca encontró operaciones de lavado entre estos personajes, pasando por oficinas de varios ministerios y dependencias que jamás dudaron de los papeles que estos empresarios del poder presentaban, sobresale el actual titular de la Auditoría General de la Nación, Ricardo Echegaray, el abogado especialista en derecho tributario que Néstor Kirchner puso a manejar la Aduana en Río Gallegos en 1995.

Sin su activa participación, ni el Grupo Indalo ni Austral Construcciones hubieran llegado tan lejos. No solo ayudó a ordenarles balances que no cerraban, sino que les evitó figurar como grandes contribuyentes para zafar de los controles de esa unidad fiscal, dejándolos bajo la auditoría de oficinas de la AFIP sin voluntad ni capacidad técnica para el control. Hasta se comprobó un director de la DGI viajaba asiduamente en los aviones de la familia Báez.

Alcanza que el Estado deje de actuar como respaldo activo para que Lázaro Báez y Cristóbal López aparezcan desnudos ante los ojos de una opinión pública que podía imaginarse lo que ve, aunque jamás en esta dimensión.

Implosiona el relato que hipnotizó a buena parte de la sociedad argentina por mucho tiempo, se derrite sin presentar batalla. Contra los deseos del propio Macri, se acelera el derrumbe kirchnerista.


     
 
 

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