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Murió el cantautor y poeta Alberto Cortez
Viernes, 5 de abril de 2019
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El autor de “Callejero”, “En un rincón del alma” y “Cuando un amigo se va” estaba internado desde hacía una semana.
El cantautor Alberto Cortez murió a los 79 años, a raíz de las complicaciones ocasionadas por una hemorragia gástrica. El cantante y poeta había sido internado de urgencia el miércoles 27 de marzo, en el Hospital Universitario HM Puerta del Sur, en Móstoles, en las afueras de Madrid.
Cortez había nacido el 11 de marzo de 1940, en la localidad pampeana de Rancul. A los 6 años comenzó a estudiar guitarra y a los 12 compuso su primera canción, Un cigarrillo, la lluvia y tú, verdadero presagio de la forma en la que sus líricas reflejarían el sabor costumbrista de sus canciones y esa delicada mirada para entender los asuntos de la vida.
Ya adolescente, actuó en Mendoza con el nombre de Chiquito García, y a los 18 llegó a Buenos Aires, donde consiguió trabajo en las orquestas de la Confitería Richmond y el cabaret Casanovas, como vocalista de la Jazz San Francisco que alternaba con la orquesta de Armando Pontier, cuyo cantor era Julio Sosa.
Gracias al armoniquista Hugo Díaz, en 1960 partió hacia Europa con el Argentine International Ballet and Show, en un tour que sería un fracaso, pero una de las experiencias más formativas –según sus propias palabras- para conocer el negocio del espectáculo, un tema que desde ese momento manejó con acierto aunque no exento de algunos traspiés.
A los 21 años editó en España su primer álbum, Welcome to Latin Club, con clásicos de moda en una línea musical más emparentada al entretenimiento que a lo testimonial, rumbo que tomó a partir de su tercer trabajo discográfico, Poemas y canciones, Volumen 1, publicado en 1967.
En el álbum, que tendría su segunda parte al año siguiente, interpretó obras de Jaime Dávalos, Pablo Neruda y Atahualpa Yupanqui, a quien dedicaría por entero su siguiente LP, Alberto Cortez canta a Atahualpa Yupanqui.
Con su disco Alberto Cortez. El compositor... el cantante, el artista dio un nuevo paso que lo posicionó en el terreno de los autores referenciales de la música popular argentina, con canciones que se convirtieron en la columna vertebral de su repertorio, y que lo acompañarían durante toda su vida como una inequívoca marca de identificación.
Cuando un amigo se va, Mi árbol y yo, A partir de mañana, Te llegará una rosa, Callejero y En un rincón del alma son algunos de esos títulos, a los que se agregó, en la misma placa, No soy de aquí, un clásico de Facundo Cabral, con quien mantendría una sociedad artítica que quedó registrada en los dos volúmenes de Lo Cortez no quita lo Cabral, publicados en 1994 y 1995, y en los dos de Cortezías y cabralidades, de 1998.
Dueño de un imponente caudal vocal, Cortez utilizó su vocación por el formato de la canción melódica para llevar a su estilo no sólo la obra folclórica de figuras como Yupanqui o Dávalos, sino también piezas como Melodía de arrabal, Mi Buenos Aires querido, Volver y El día que me quieras, en Gardel... Como yo te siento, de 1984.
Radicado en España desde 1964, donde se instaló con su esposa, la belga Renée Govaerts, su decisión de cambiar su nombre original, José Alberto García Gallo por Cortez le trajo más de un dolor de cabeza, a partir del juicio que le entabló un cantante peruano que ya utilizaba el mismo nombre. Sin embargo, eso no detuvo su crecimiento artístico, que se reflejó en sus presentaciones en el Teatro de la Zarzuela, donde musicalizó poemas del siglo de oro español -Quevedo, Góngora y Lope de Vega-, además de obras de Antonio Machado y Miguel Hernández.
Su regreso a Buenos Aires, en 1970, para cumplir con el Servicio Militar, se combinó con sus apariciones en el programa Sábados Circulares y un paso fallido por el Luna park, con sabor a fracaso. Una sensación que comenzó a revertirse desde fines de los '70 y que derivó en los '80 en una popularidad que lo llevó a cantar en el Teatro Argrntino de La Plata y el Colón, al mismo tiempo que en el Festival de Cosquín, y que se mantuvo durante la década siguiente.
Fue precisamente a mediados de los '90 que Cortez sufrió un ACV debido a una obstruicción de una arteria carótida que lo puso, según el mismo confesó a Clarín, al borde de la muerte. Tras su recuperación, el artista regresó a los escenarios, y a los estudios de grabación, a tal punto que por entonces dedicó buena parte de su tiempo a la producción de Cortez al desnudo, un combo de cinco CD en el que condensó una retrospectiva de su obra a través de 70 canciones.
El nuevo siglo lo vio sobre los escenarios, especialmente de Latinoamérica, y grabando en formato sinfónico y acústico, mientras sus canciones eran versionadas por otros artistas, entre ellos la banda punk argentina Attaque 77, que grabó su lásico Callejero en su álbum Otras canciones. La internación que derivó en su muerte lo había obligado a suspender una serie de presentaciones en República Domincana y Costa Rica,
Alberto Cortez, quien trabajó también con Mercedes Sosa y con Estela Raval, y que fue definido como "el cantor de las cosas simples", recibió a lo largo de su carrera incontables permios. Uno de los últimos, en 2015, fue una medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes de España.
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