|
Lluvias torrenciales y vientos huracanados dejan al menos 11 muertos en Italia
Martes, 30 de octubre de 2018
|
|
Nunca visto, que se recuerde: el otoño veraniego que vive Italia provocó extendidas calamidades en la península por vientos huracanados de hasta 180 kilómetros por hora, que derrumbaron y hasta hicieron volar miles de árboles, más lluvias torrenciales e inundaciones.
Pese a las medidas de seguridad, de acuerdo con medios italianos ya se han registrado al menos 11 muertos y centenares de heridos. Y hay alertas rojas y naranjas en varias partes del país.
El fenómeno exhibe el desastre de una Italia tropicalizada en otoño con temperaturas de hasta 30 grados, que ha recalentado los mares y causa choques entre áreas frías y calientes. El fenómeno se agravó por una tempestad fría venida del Ártico.
En varias ciudades, en primer lugar Roma, se ordenó el cierre de las escuelas y las autoridades estudian extender la clausura de centros de estudio y oficinas públicas para disminuir el tránsito y evitar las peores consecuencias.
Se trata de un fenómeno meteorológico extremo que durará, creen los especialistas, una semana.
En el sur de Italia, donde por ahora no llegó el temporal, se preparan para lo peor. En realidad, lo peor es que los meteorólogos consideran que en el futuro las tormentas y huracanes serán cada vez más frecuentes y desastrosos por el recalentamiento climático del planeta.
Como en el golfo de México y zonas costeras del Caribe, las Antillas y Estados Unidos, en Europa se vivirán las devastaciones de los tornados, advierten los especialistas.
En Roma, la capital con una población de 4 millones, hay 11 árboles cada 100 habitantes. Unos 300 ejemplares se perdieron; la furia del viento convirtió en peligrosos proyectiles a los famosos pinos romanos, abatidos sobre autos, calles y viviendas.
Hubo heridos al caer macetas y plantas de los departamentos, hasta que las calles quedaron desiertas.
Un bombero murió al caerle encima un árbol y numerosas calles y avenidas de Roma fueron cerradas por el peligro que representaban árboles semiarrasados por el viento y ramas que imposibilitaban el tránsito.
Hubo que cerrar los accesos de turistas al Coliseo, al Palatino, el Foro Romano y el Circo Máximo, en las frecuentadas zonas principales de las ruinas del Imperio. A los visitantes les aconsejaron volver a los hoteles y quedarse adentro hasta que pase el peligro.
En la región del Lazio, cuya capital es Roma, hubo 5 muertos. En el balneario de Terracina un árbol aplastó un auto y mató a sus 2 ocupantes; una verdadera “bomba” de viento y agua devastó las calles del centro, derribando decenas de ejemplares. Casos parecidos se registraron en Frosinone y Latina.
En Cattolica, un conocido surfista que se negó a abandonar la tabla y siguió cabalgando las olas impresionantes terminó lanzado por el viento huracanado contra los escollos. Sus compañeros, que habían abandonado el mar por la tempestad, no lograron salvarlo por la gravedad de las heridas.
Un joven de 21 años que caminaba en Caserta, cerca de Nápoles, fue atropellado mortalmente por un árbol arrancado de raíz por el viento.
En Venecia, miles de turistas quedaron semiatrapados por el “agua alta” que invadió la ciudad de los canales y el mal tiempo, que obligó a clausurar la histórica plaza principal, frente a la catedral.
En el noreste italiano se vivieron las peores consecuencias de las tormentas huracanadas. La baja presión en el mar Mediterráneo occidental potenció el mal tiempo venido del norte y el Ártico y produjo vientos muy fuertes combinados con la alta temperatura, que fue récord en muchas regiones pese a la estación otoñal.
Hubo precipitaciones de hasta 450 milímetros en 2 días sobre las montañas de los Alpes del Véneto y Friuli, que causaron avalanchas, inundaciones y caídas de árboles por los ventarrones que superan los 130 kilómetros por hora.
En la provincia de Belluno, en el Veneto, una persona murió embestida por un árbol que “volaba” arrancado de raíz durante el temporal. En Bolsano murió un bombero voluntario.
En Génova, siempre conmovida por la destrucción del puente de acceso a la ciudad que produjo hace un mes y medio 43 muertos, las lluvias torrenciales y el viento hicieron declarar la emergencia. Pidieron a la gente que no saliera de sus casas y cerraron las escuelas y las oficinas públicas. La mayor parte de los negocios bajó las persianas.
En Savona una mujer murió golpeada por un pedazo de cornisa que cayó por el fuerte viento.
El huracán destruyó el lujoso puerto de yates de Rapallo y los barcos quedaron dañados sobre las banquinas. También la exclusiva Portofino, refugio veraniego para multimillonarios, sufrió daños serios.
Los ferrocarriles sufrieron muchos atrasos y clausuras de líneas por el fenómeno climático, sobre todo en las zonas costeras donde el mar invadió los rieles.
|
|
|