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Crece la agitación en la Iglesia chilena tras la carta del Papa
Viernes, 20 de abril de 2018
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La carta que Francisco les envió a los obispos chilenos en la que reconoce "haber incurrido en graves errores de valoración" en un caso de abusos sexuales generó una enorme agitación en la Iglesia local, que aumentó aún más ayer luego de que el arzobispo de Santiago pidiera la renuncia de un polémico obispo.
Aquel lastre se provocó luego de que el Papa desoyera las acusaciones de las víctimas de abuso sexual del sacerdote Fernando Karadima, que culparon al obispo de Osorno, Juan Barros, de encubrir los vejámenes que sufrieron. Francisco se quejó de "falta de información veraz y equilibrada" que lo llevaron a manifestar en enero, durante su visita a Chile, "que no hay una sola prueba contra Barros".
El informe de Charles Scicluna, arzobispo de Malta que encabezó la investigación al respecto, cambió su postura.
En ese contexto, y después de las múltiples repercusiones y cuestionamientos a su investidura, el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, convocó a una Asamblea Extraordinaria de Presbíteros para analizar los alcances de la misiva.
Tras la reunión, el jefe de la Iglesia chilena declaró: "La información que el Papa ha recibido viene de muchas partes. Creo que es una falta muy grave que se haya engañado al Santo Padre... Quienes han cometido ese error, necesitan reconocerlo y reparar el mal que han cometido".
Desde la sede del Arzobispado de Santiago en el centro de la ciudad, Ezzati, además, sorprendió al no eludir el tema de Barros.
"Yo no soy juez para decir si encubrió o no, pero por el bien del pueblo de Dios y de la Iglesia, el obispo Barros debiera dar un paso al costado", dijo. "Personalmente pienso que el tema se debiese haber resuelto hace varios años. De la forma en que en la Iglesia se resuelven estos problemas: escuchando. Yo no puedo decidir en lugar del Papa", añadió.
Consultado sobre su responsabilidad y por las denuncias de diversas entidades como los Laicos de Osorno que lo acusan de proteger a Barros y conocer su rol como encubridor de Karadima, Ezzati dijo que "la gente tiene libertad de decir cosas" y añadió que "no siempre eso corresponde a la verdad".
El párroco de la Villa Francia, Mariano Puga, conocido en Chile como el "cura obrero" por su trabajo en los barrios más desacreditados por el narcotráfico y la pobreza, participó de la asamblea. "Por primera vez, en todos mis 58 años de sacerdote, nos juntamos en un ambiente fraterno y nos atrevimos a hacer un examen crudo, valiente, libre y humilde, y reconocer nuestras culpas en la pérdida de credibilidad en la Iglesia", dijo en conversación con LA NACION.
Puga, uno de los mayores críticos de "las contradicciones de la Iglesia", como las denomina, se mostró satisfecho de la instancia. "Fue importante esta reunión porque tenemos frente a nosotros a las víctimas, y al dolor y la destrucción que les provocamos a ellos. Ese reconocimiento es el que tenemos que hacer y hoy se dio un paso, pero aún falta demasiado", agregó.
Desde el movimiento Laicos y Laicas de Osorno, principal opositor a la permanencia de Barros en su diócesis, fueron críticos con Ezzati y manifestaron, a través de su vocero Juan Carlos Claret, que les "hubiese encantado haber escuchado esto hace tres años".
"Ezzati lo dice ahora porque su jefe lo descubrió y eso es preocupante. Su cambio de actitud no es porque quieran cambiar las cosas en Osorno, sino que quieren desligarse de su responsabilidad", reclamó.
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