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Fútbol, sin límite de edad: la pasión de Ronald en Balvanera
Martes, 12 de noviembre de 2024
Para Ronald y sus amigos, el fútbol es mucho más que un deporte. "La Bombonera" de Balvanera, símbolo de una tradición, une a varias generaciones tras una pelota.

A sus 72 años, Ronald sigue jugando al fútbol como lo hacía de niño, en su pueblo natal de Urdampilleta, y más tarde en Lanús, donde su vida dio un giro cuando su madre lo mandó a estudiar a un colegio en lugar de seguir su sueño de ser futbolista profesional. Sin embargo, el fútbol nunca dejó de ser su pasión, y hoy, además de ser contador, es el principal organizador de este grupo que se reúne dos veces por semana para compartir su amor por el deporte.

Cada miércoles a las 21 y cada domingo por la mañana, Ronald y sus amigos se encuentran en "La Bombonera", un complejo de canchas en Balvanera, para disputar un partido de fútbol que no tiene la competitividad de un torneo profesional, pero sí algo mucho más valioso: una historia común que se transmite de generación en generación. Este ritual deportivo perduró durante más de dos décadas, y en él se mezclan hombres de distintas edades, algunos con más de 70 años de experiencia, y otros jóvenes que se sumaron por amistad o por vínculo familiar.

A lo largo de los años, los equipos se formado de manera orgánica, gracias a una red de conexiones: excompañeros de escuela, amigos del trabajo, hijos y nietos de jugadores históricos, e incluso algunos vecinos. Es común que los más jóvenes lleguen por invitación de los mayores, y que los más grandes sean los encargados de transmitir los valores del juego y de la vida.

"Para mí jugar al fútbol es como para otros ir al psicólogo", explica Ronald, mientras se prepara para entrar en calor. "Es mi cable a tierra. Me mantiene en forma, me hace sentir joven y, sobre todo, me permite pasar un buen rato con amigos y con mi hijo".

Ronald, que a los 72 años sigue siendo el organizador incansable de este grupo, es también el referente más querido. Los más jóvenes, como Joaquín, de 24 años, destacan su habilidad para administrar la energía en la cancha, su concentración y la manera en que lidera el grupo con su ejemplo. Destacó: "Aprendo mucho de los más grandes. Ellos saben cómo cuidarse, cómo moverse en la cancha". "Yo, por ejemplo, ya no voy tan fuerte a la marca, pero no tienen problemas en trabar. A veces se pone picante, pero al final todos sabemos que lo importante es mantener la buena onda", cuenta Joaquín, uno de los jugadores más jóvenes.

En estos partidos, la edad no es un obstáculo, sino un valor añadido. Aitor, con 78 años, es el jugador más veterano, pero eso no le impide defender la pelota con una energía envidiable. Marcelo, de 74 años, un exrugbier, sigue siendo el arquero del equipo y se tira al piso con la misma intensidad con la que lo hacía en sus años de rugby. Los jugadores más grandes, que en su juventud organizaron torneos en el Colegio San José o en el Don Bosco, ahora dejan la organización a los más jóvenes, pero siguen siendo los encargados de transmitir los "códigos" que rigen este grupo: la importancia de la camaradería, la solidaridad y el respeto mutuo, dentro y fuera de la cancha.

"La mezcla de edades hace que cada partido sea único", dice Roni, el hijo de Ronald. "Aunque a veces los jóvenes tengamos más lesiones, los más grandes están siempre espléndidos. Saben cuidarse y siguen jugando con mucho entusiasmo". Y es que, aunque los más jóvenes a veces se quejan de tener que ajustar el ritmo de su juego para no lastimar a los mayores, lo cierto es que aprenden de ellos no solo a jugar al fútbol, sino a vivir con pasión y a cuidar las relaciones.

La cancha se convirtió un espacio donde la amistad y la familia se mezclan con el fútbol. Además de los partidos, en estos encuentros se comparten cenas, cervezas y asados, que fortalecen los lazos y permiten que las generaciones se conecten de manera más profunda. "La verdadera riqueza de estos partidos está en lo emocional", comenta Máximo, uno de los jugadores, mientras se acomoda la camiseta del Ajax para entrar al campo.

"El fútbol nos hace sentir más activos y nos permite compartir buenos momentos con amigos. Y la mezcla de edades es muy interesante, porque siempre es bueno conocer nuevas personas".

Cada partido en "La Bombonera" es una oportunidad para aprender y disfrutar del fútbol, más allá de los goles y las jugadas. "De los históricos aprendimos y seguimos aprendiendo de todo", sostiene"Roni". "Por ejemplo, nos corrigen sobre cómo pararnos en la cancha o cómo administrar mejor la energía. Y, sobre todo, nos enseñan que el fútbol no solo es un juego, sino una forma de vivir, de cuidarse y de compartir con otros".



     
 
 

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