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"Lo que le hicieron a mi hija fue una tortura sexual"
Martes, 14 de febrero de 2017
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 El barrio Colinas de Peralta Ramos, donde vivió Lucía Pérez, se encuentra alejado del centro marplatense y de las playas populosas de la Bristol.
Se trata de uno de los tantos barrios periféricos en los que se disfruta de la tranquilidad y el silencio que muchos anhelan.
El chalet de la familia, donde viven los padres de Lucía, Marta Montero y Guillermo Pérez, y su hermano Matías, es una construcción cuidada, de amplias dimensiones. Un clásico hogar de clase media. De trabajadores.
Guillermo y Marta recibieron a Infobae con miradas distantes, cansadas, tristes. Conviven con dos mascotas. Una de ellas se destaca: una perrita de raza ovejero alemán, llamada Gema. Es la ovejero que le regalaron cuando cumplió 15 años. Lucía la adoraba y la dejaba dormir al pie de la cama junto a ella. Hoy Gema practica la misma rutina pero en el dormitorio del padre.
En la casa todo es silencio. Hay un afiche ajado, con la foto de su hija, y una leyenda "Justicia para Lucía". Mantienen intacto el dormitorio de la adolescente, como si ella fuera a volver. Pero con un dolor que los desgarra saben que eso nunca va a ocurrir.
Hoy, 14 de febero, Lucía cumpliría 17 años. "Habría salido a comer con sus amigos una hamburguesa al mediodía, y a la noche hubiese festejado en casa, en familia", dicen sus padres. "Ella misma se hacía la torta y la ilusionaba pensar que le íbamos a hacer un regalito", agrega la made con los ojos húmedos. Pero en esta casa ya nadie puede festejar un cumpleaños. Solo les quedan los recuerdos.
"Lo que le hicieron a mi hija fue una tortura sexual. Tomaron un ser humano para diversión de ellos. No les importaron los recaudos, lo hicieron para matar. No buscaban otra cosa que ese final, matarla. Por eso pido una pena ejemplar", consideró Guillermo Pérez sobre el crimen de su hija, quien hoy cumpliría 17 años.
Los detalles del demencial asesinato son conocidos, pero no dejan de sorprender. El 8 de octubre de 2016, Lucía Pérez tenía 16 años cuando apareció sin vida. El cadáver -limpio y con ropa- había sido arrojado, desde una camioneta por dos hombres frente a un hospital de Mar del Plata. La adolescente había ido a la casa de uno de los hoy acusados de cometer el femicidio. En aquella vivienda ocurrió el horror: la drogaron, la torturaron, la violaron y la empalaron hasta la muerte. Según la fiscal María Isabel Sánchez, la víctima "fue sometida a agresión sexual inhumana, y el excesivo dolor le causó la muerte por reflejo vagal".
"Una persona que llega a hacer esto con otro ser humano no le importa nada la vida del otro, lo trata como una cosa. Esa persona se crió con esos valores. Yo no iría a matar a alguien, porque me crié con una madre que no me enseñó a matar. Estos seres oscuros habrán crecido de esta manera", señaló con voz pausada Marta sobre los presuntos asesinos de la joven marplatense.
"Creo en la Justicia de Dios, pero también en la del hombre. La de Dios, él sabrá cómo hacerla. Estoy esperando la del hombre", añade Guillermo.
Esa Justicia que espera el progenitor de Lucía ya tiene tres hombres detenidos e imputados en la causa. En enero, los peritajes en objetos hallados en la escena del crimen confirmaron el ADN de Matías Farías (23) y Juan Pablo Offidani (41), dos de los sospechosos de haber asesinado brutalmente a la joven. El primero está investigado por el delito por "abuso sexual seguido de muerte", mientras que el segundo está vinculado como "partícipe necesario" del femicidio. Hay un tercer detenido: Alejandro Maciel (61), acompañante terapéutico de Offidani, quien habría ayudado a eliminar las pruebas y limpiar el cuerpo de la menor.
"Farías era una persona que tenía una condena y estaba bajo libertad condicional. Esa persona si estaba donde correspondía (en la cárcel), esto no hubiese pasado. Queremos que la Justicia haga las cosas como corresponde y que no queden libres", reflexionó Marta. "Que estén en prisión por el resto de sus vidas", completó el padre.
En la causa están pendientes dos peritajes: uno histopatológico, para determinar con exactitud la causa de la muerte,y otro sobre el humor vitreo, que consiste en analizar el globo ocular para establecer la hora de la muerte y la existencia de tóxicos en el cuerpo de la joven, algo que ya fue probado por los análisis de rutina.
Mientras la investigación avanza, los recuerdos de Lucía siguen presentes en el chalet familiar. "Extraño la complicidad de ella. Los chistes, las jodas que hacíamos, esas picardías que la hacían tentar de risa. Llegar cansada del trabajo y que ella venga a hacerme los masajes en los pies con las cremas. Esperarme con un matecito cuando llegaba de trabajar a las tres de la tarde. Esas cosas son terribles y uno las extraña mucho. En estos 16 años y medio que la tuvimos, fue la mejor hija del mundo", recordó Marta Montero.
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