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La historia del padre narco del menor preso por matar a Brian Aguinaco
Miércoles, 4 de enero de 2017
Albert Cruz Villanueva fue condenado en 2008 por contrabando de estupefacientes: operaba en la villa 1-11-14 y era la punta final de una cadena de mulas que traían cocaína desde Perú.


Salió en libertad condicional. Ayer el adolescente detenido enfrentó una rueda de reconocimiento. Los lazos con el máximo capo del Bajo Flores

El viernes pasado al mediodía, Albert René Cruz Villanueva vio desde la vereda de Aeroparque cómo su hijo, B.J, de 15 años, era trasladado con una capucha en un móvil policial con las sirenas encendidas a todo volúmen. Cruz Villanueva había viajado horas antes junto a B.J al aeropuerto de Santiago, un viaje relámpago que terminó en el aeropuerto mismo; el adolescente fue esposado por Interpol apenas pisó suelo chileno, para ser remitido de vuelta a la Justicia argentina. Un dato de la división Homicidios de la Policía Federal fue lo que llevó a su arresto.

En Aeroparque, Cruz Villanueva fue entrevistado brevemente por un periodista del canal A24: aseguró que su hijo "es inocente" y que "creía en su palabra". El hombre de 42 años, chofer de oficio según él mismo, oriundo de Chimbote, una ciudad costera al norte de Perú y con domicilio fiscal en la villa 1-11-14, hasta ofreció una excusa para el viaje a Santiago. "Por motivos familiares estuve en Perú e invité a mi hijo a pasar las fiestas. No estoy enterado de nada. ", dijo Cruz Villanueva, como haciéndose el desentendido mientras buscaba un taxi.


La acusación contra B.J era brutal: la división Homicidios y el fiscal Ignacio Mahiques lo buscaron por ser parte del brutal asesinato de Brian Aguinaco, muerto la semana pasada de un tiro en la cara en un ataque motochorro, lo que generó una ola de indignación en el barrio de Flores que llegó hasta el despacho del ministro de Seguridad porteño Martín Ocampo y a una toma en la Comisaría N°38 que desembocó en la destitución del jefe de la dependencia policial.

La excusa no le sirvió de mucho a Cruz Villanueva; para el fiscal y la Policía, el hombre no habría hecho otra cosa que acompañar a su hijo a fugarse. La madre del joven, ya separada de Cruz Villanueva, hasta despidió al adolescente con un post de Facebook y con una foto algo descarada en la terminal de Ezeiza. Pero, paradójicamente, Cruz Villanueva no cometía ningún delito al llevar a B.J a Santiago: el Código Penal argentino no persigue a los padres que encubren a sus hijos.

Así, tras pasar el Año Nuevo privado de su libertad en el Instituto de Menores Inchausti, se espera que B.J enfrente esta tarde una rueda de reconocimiento, lo que agravaría su imputación. Su supuesto cómplice, Luis Armando Gómez, alias "Yun", enfrentó su propia rueda el viernes pasado: dos testigos lo señalaron inequívocamente. Para el fiscal Mahiques, "Yun" sería el tirador que mató a Brian; el joven de 15 años sería el conductor de la moto.

Mientras tanto, la identidad de Cruz Villanueva y su historia se volvían una incógnita. Lo cierto es que, diez años atrás, el preso en un patrullero era él mismo. En el expediente que lo llevó a la cárcel, que fue instruído por la Fiscalía Nº4 del fuero, Cruz Villanueva, vecino de la manzana 10 de la Villa 1-11-14 en ese entonces, fue señalado como la parte final de un esquema de mulas y couriers que transportaba cocaína desde Lima en sus panzas. Todo esto, en el momento de mayor expansión del narcotráfico peruano en el Bajo Flores, con "Marcos" Estrada González como el máximo capo.


El operativo que llevó a la detención de Cruz Villanueva ocurrió el 24 de noviembre de 2006 en el hall de arribos del aeropuerto de Ezeiza. Un dato de calle había llevado a la Policía de Seguridad Aeroportuaria al lugar: un vuelo de la empresa TACA desde Lima era el centro de las sospechas. Dos mujeres, oriundas de Chimbote tal como Cruz Villanueva, fueron señaladas en la lista de pasajeros. Un oficial las abordó con preguntas; las mujeres se pusieron visiblemente nerviosas.

Así, fueron separadas del resto de los pasajeros para ser trasladadas al hospital de Ezeiza. Las radiografías posteriores revelaron más de 300 cápsulas en los estómagos de ambas. Era cocaína con una pureza del 80 por ciento, casi dos kilos en total, con un potencial de estiramiento para más de 31 mil dosis de acuerdo a documentos de la causa. Mientras tanto, la PSA obtuvo el dato de quién las esperaba en el hall del aeropuerto: era Cruz Villanueva, que quedó también detenido.

Las coincidencias empezaron a apilarse poco después. Se supo, por ejemplo, que las dos mujeres fijaron el domicilio de Cruz Villanueva en el Bajo Flores al llegar al país. También, que el padre de B.J había volado a Perú con una de ellas en el asiento contigüo. Cruz Villanueva, por lo visto, era un viajero frecuente: información remitida por Migraciones reveló que el hombre tenía 80 entradas y salidas del país, con destinos como Colombia, España y Venezuela.

Así, acuerdo a registros judiciales consultados por Infobae, Cruz Villanueva fue condenado en septiembre de 2008 a seis años de cárcel por el delito de contrabando de estupefacientes, con el grado de partícipe secundario. El Tribunal Oral en lo Penal Económico N°2, presidido por el juez Luis Losada e integrado entre otros por el actual presidente del mismo, el doctor Claudio Gutiérrez de la Cárcova, fue el encargado de emitir la sentencia, confirmada por Casación dos meses después.

Cruz Villanueva ya llevaba casi dos años preso en el penal de Devoto para cuando fue condenado en 2008, un tiempo que le fue computado. Luego fue trasladado a la cárcel de Marcos Paz, de donde salió en diciembre de 2010 con el beneficio de la libertad condicional. Las cosas parecen haberse enfriado desde ese entonces; la Cámara Federal no revela ninguna causa que lo tenga como imputado. Sin embargo, queda un cabo suelto: quién fue el verdadero dueño de la cocaína de las mulas de Chimbote, algo que la condena en primera instancia del TOPE Nº2 no refleja. Es decir, Cruz Villanueva no podía ser un cowboy solitario, no en el contexto del Bajo Flores con "Marcos" Estrada en plena expansión a sangre y fuego.

El nombre de Cruz Villanueva es una pequeña incógnita para las crónicas narco de la Villa 1-11-14. No figura, por ejemplo, en los expedientes que investigaron a "Marcos" durante más de una década o en las históricas denuncias hechas por los fiscales Mónica Cuñarro y Carlos Rívolo sobre los homicidios del Bajo Flores entre 2004 y 2006. Sin embargo, hay una coincidencia que parece clave.


Cruz Villanueva se negó a declarar en el juicio en su contra, pero sí lo hizo al momento de la instrucción de la causa. Aseguró que era un simple chofer de una remisería en el asentamiento sobre la esquina de Riestra y Bonorino, que piloteaba un Peugeot 405 alquilado, que la noche del 25 de noviembre recibió un llamado a la remisería pidiendo un viaje a Ezeiza. La remisería fue eventualmente allanada; el nombre del establecimiento era "Santa Rosa de Lima". El nombre mismo hace un click automático en la memoria de los investigadores judiciales acostumbrados al Bajo Flores; el lugar estuvo vinculado durante largo tiempo a "Marcos" Estrada.

Al contrario de Cruz Villanueva, la remisería sí había sido denunciada por la fiscal Cuñarro en su informe; lo había hecho en julio de 2006, cuatro meses antes de la detención del padre del presunto asesino de Brian Aguinapo. En julio de 2007, Pedro Ayala Guerrero, de 30 años, fue detenido en Parque Avellaneda: llevaba más de 170 kilos de cocaína en su auto. Cuando declaró ante la Justicia, Guerrero ató todos los cabos: dijo ser remisero de la "Santa Rosa de Lima".

De vuelta al presente, la Justicia tiene indicios suficientes para sospechar que B.J sería parte del histórico negocio familiar del transporte: tanto él como uno de sus hermanos tienen una autorización firmada ante un escribano para salir libremente del país.


     
 
 

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