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Detrás del despido de Mondino: de las intervenciones de Karina Milei y Caputo
Jueves, 31 de octubre de 2024
Los desaciertos de la ex funcionaria provocaron una serie de ajustes en la Cancillería, que finalmente no lograron alinear su gestión con la visión del Presidente. Por qué su voto en la ONU a favor de Cuba colmó la paciencia del Presidente.

Javier Milei sostuvo a Diana Mondino como canciller durante meses, a pesar de la interminable cadena de furcios y desaciertos que, uno tras otro, contradijeron la línea ideológica libertaria o pusieron en aprietos al Gobierno en el ámbito internacional.

En cambio, optó por “ayudarla”, primero con una intervención del ministerio, a través de una asesora de Karina Milei, Úrsula Basset. Y, luego, con el nombramiento como Secretario de Nahuel Sotelo, del grupo más cercano a Santiago Caputo, para darle “respaldo político”. Sin embargo, la estrategia no dio resultado, y los desacuerdos de la Casa Rosada con sus medidas en política exterior siguieron, hasta que el Presidente decidió soltarle la mano, ayer, y desplazarla del cargo tras interminables especulaciones.

Ante la seguidilla de problemas previas a su eyección, en junio Karina Milei habia insertado en el piso más alto del edificio de la diplomacia, junto al despacho de Mondino, a la abogada Úrsula Basset, mujer de su confianza. Primero de manera informal, pero luego, desde esta semana, con el rol de “asesora” en los papeles. Su misión era monitorear las decisiones de Mondino y sus subalternos, con especial énfasis en los temas administrativos, desde los nombramientos a las aprobaciones de viajes, gastos, etc. Principalmente, dijeron, para ayudarla a poner orden al estilo del ajuste libertario. Desde hace meses que la mayor parte de las decisiones pasaban por su despacho, y su nombre estaba prácticamente en todas las conversaciones de los funcionarios de la cartera.

Dos meses después, Milei hizo lo propio con un funcionario político, pero con fines estrictamente políticos. Por recomendación de Santiago Caputo, que defendía a Mondino a pesar de la serie de inconvenientes, nombró como Secretario de Culto y Civilización a Nahuel Sotelo, armador territorial de los libertarios en el conurbano, que ocupaba una banca en la Legislatura bonaerense y visitaba seguido el despacho de Caputo en Balcarce 50, pero también las oficinas de Eduardo “Lule” Menem y Lisandro Catalán.

Esa decisión coincidió con el momento en que el Presidente empezó ubicar la política exterior en un lugar de mayor importancia que hasta entonces. “Cuando vimos lo que estábamos haciendo con la economía, que habíamos llegado a un dígito de inflación, decidimos que era principal salir a mostrar lo que estaba pasando”, descibió un asesor.

Entre los dos, el objetivo de la cúpula libertaria era “apuntalar” a Mondino. Por caso, junto al nuevo vicecanciller que reemplazó a Sahores, Eduardo Bustamante, de las filas de PRO, estaban en pleno proceso de revisión de la declaración de países del G-20, atentos a que no se les escapara ninguna línea “woke” -vinculada, por ejemplo, a las políticas de género y a la contaminación- con la que no estuvieran de acuerdo.

Además, la habían desplazado de varias gestiones internacionales. Y recientemente habían evitado que se involucrara en la difusión de la estrategia del Gobierno para que la Argentina evitara caer en la lista gris del GAFI, a pesar de que la Cancillería había tenido injerencia directa en las negociaciones con los países que forman parte del grupo.

En la misma línea, la propia Karina Milei estaba asumiento desde la Secretaría General, usualmente dedicada a funciones domésticas, tareas que normalmente le corresponderían a un Canciller. Hace dos semanas viajó a Francia, para reunirse con funcionarios de primera línea de Emmanuel Macron. Y tiene en agenda una visita de alto voltaje a China. “Hoy, Karina es nuestra principal embajadora en el mundo”, dijeron hace unos días en el Palacio San Martín, descontentos con el desempeño de Mondino.

Desde que Milei envió la carta a toda la diplomacia argentina, no hubo renuncias voluntarias en las embajadas y la Cancillería, pero en los despachos de mayor rango del Gobierno avisan que los despidos de Lagorio y de Sahores y Machuca no fueron los últimos. Y pronto, adelantan, habrá novedades con secretarios, subsecretarios y directores. La eyección de Mondino, a pesar de los miramientos sobre sus buenas intenciones, fue una demostración de que al Presidente no le temblará la mano a la hora de desplazar a todo aquel que no esté en sintonía con su agenda social en el plano internacional, a pesar de que vaya en contra de las recomendaciones de funcionarios de línea, con décadas de carrera diplomática.


     
 
 

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