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Stanovnik instó "a abrirnos a la liberadora experiencia del perdón y la reconciliación"
Lunes, 25 de marzo de 2024
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Durante el Domingo de Ramos, el arzobispo dio un breve, pero contundente mensaje. "Esta semana es una semana para la reflexión y la oración, para entrar en nosotros mismos de la mano de Jesús y preguntarnos cuánto estamos dispuestos a seguirlo". La comunidad católica local participó ayer (Domingo de Ramos) de las actividades de inicio de la Semana Santa. En esta capital, la bendición de los ramos se realizó en horas de la mañana en la iglesia Jesús Nazareno y estuvo a cargo del arzobispo de Corrientes Andrés Stanovnik.
Tras esa tradicional ceremonia, se hizo una procesión hasta la catedral Nuestra Señora del Rosario, templo en el que el prelado ofició la celebración litúrgica.
Durante homilía brindada en el marco de la bendición de los ramos, el arzobispo hizo referencia al Día por la Memoria, Verdad y Justicia, que precisamente este año coincidió con el Domingo de Ramos . Además, precisó: "Esta semana es una semana para la reflexión y la oración, para entrar en nosotros mismos de la mano de Jesús y preguntarnos cuánto estamos dispuestos a seguirlo por el camino que él nos propone. Con Jesús vamos hacia la felicidad de la Pascua. No tengamos miedo a la invitación que él nos hace de abrazar la cruz, porque abrazada con Jesús es clave para entrar en el gozo pascual".
En párrafos seguidos, se transcriben algunos de los principales conceptos vertidos por Stanovnik en el comienzo de la Semana Santa. (....)
Esta fe es la mejor defensa contra toda adversidad que se nos presenta en la vida. Adversidades y sufrimientos, por ejemplo que provoca la fecha que conmemoramos hoy los argentinos, causa de profunda tensión, división y enfrentamiento que nos llevan a diversas y contrapuestas interpretaciones de la tragedia, que hemos vivido en la década del 70 y que aún no hemos superado, porque cada año que pasa duele más. Los cristianos, los que creemos en la victoria pascual de Jesús, estamos convencidos de que él nos indica el camino para superar todos los obstáculos, hasta el más detestable que es el odio conduce a la muerte y la soberbia que lo anticipa.
Con las heridas de nuestras historias personales y colectivas que padecemos vamos a levantar los ramos que tenemos en nuestras manos, con la mirada dirigida hacia Jesucristo, a quien hoy aclamamos victorioso sobre el odio y todo mal. Nos unimos a aquella multitud que aclamó a Jesús como su único Salvador, solo unos días antes de su muerte, como lo acabamos de proclamar en el Evangelio. Pero no queremos claudicar, como lo hizo la mayoría de aquellos que acompañaron la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, cuando el camino del amor, llevado hasta el extremo, se hizo cuesta arriba hasta la entrega total en la Cruz.
Supliquemos la gracia de comprender, mirando a Jesús camino a Jerusalén, que es absolutamente necesario partir de un profundo deseo de amar al enemigo y de querer reconciliarnos con él para sanar nuestra memoria, reparar el daño causado y abrirnos a la liberadora experiencia del perdón y la reconciliación, esa que se derrama como un bálsamo sobre nuestras heridas en las palabras de Jesús desde la cruz: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". (...)
En tanto que en la misa de Ramos, el pastor dijo: "Con nuestros ramos bendecidos hemos asistido al estremecedor relato de la pasión y muerte de Jesús. La pregunta que cabe hacernos es si ahora, después de haber manifestado públicamente nuestra fe en las calles de nuestra ciudad, estamos dispuestos a continuar estando cerca de Jesús, como lo hicieron su Madre, unas pocas mujeres más y solo uno de los discípulos, porque los demás huyeron presos del miedo".
"Entremos hoy en la Semana Mayor para el cristiano, o también Semana Santa, con la disposición interior de aprovecharla para entrar en nosotros mismos y reflexionar sobre nuestra fe y cuál es la incidencia real que ella tiene en nuestra vida diaria. Tomemos de nuevo en nuestras manos al relato de la Pasión del Señor y coloquémonos entre los seguidores de Jesús dejándonos interpelar por la presencia viva de Jesús resucitado".
"Supliquemos humildemente la gracia de estar al pie de la Cruz de Nuestro Señor, junto a su Madre, al discípulo que la acompañaba, y los dos ladrones que completaban el cuadro del momento de la agonía y muerte de nuestro Salvador, y dejemos que el inmenso amor de Dios nos sostenga, nos consuele y nos dé fuerzas para ser testigos humildes y audaces de Jesús para que el mundo crea y se salve por Él. Que así sea", culminó.
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