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El Papa llega a Bulgaria y le pide que no se cierre a la inmigración
El país cristiano ortodoxo blindó una de sus fronteras con un muro. Es el más pobre de la Unión Europea. El papa Francisco llegóeste domingo a Bulgaria para una visita de dos días y en su primer discurso reclamó a ese país que no cierre “los ojos, el corazón y la mano” a los inmigrantes. Dejó claro así uno de los mensajes que quería llevar a la periferia de Europa, donde se difunde el sentimiento xenófobo y antinmigratorio.
En su discurso a las autoridades y al Gobierno búlgaro, formado por una coalición conservadora que incluye a partidos de extrema derecha, recordó su pasado de inmigrantes con más de dos millones de búlgaros que han dejado el país.
Francisco señaló que, pasados 30 años del final del régimen soviético “que limitaba la libertad y las iniciativas”, ahora Bulgaria debe afrontar las consecuencias de la emigración. Fue entonces cuando pidió mayores esfuerzos para que los migrantes puedan encontrar “las condiciones que les permitan llevar una vida digna”.
Pero, por otro lado, también hizo hincapié en que Bulgaria tiene que hacer frente “al fenómeno de aquellos que buscan entrar dentro de sus fronteras, para huir de la guerra y los conflictos o la miseria, e intentan alcanzar de cualquier forma las zonas más ricas del continente europeo para encontrar nuevas oportunidades de existencia o simplemente un refugio seguro”.
Por su parte, el presidente de Bulgaria, Rumen Radev, que habló antes del pontífice, coincidió con Francisco en que construir puentes y no muros; es “la misión de nuestro tiempo”.
El país, el más pobre de la Unión Europea, con una quinta parte de los 7,1 millones de habitantes que vive en el umbral de la pobreza, construyó en los últimos años una valla metálica de más de 270 kilómetros para impedir que llegasen a través de la frontera con Turquía los sirios, afganos e iraquíes que huían de la guerra.
Francisco conocerá este lunes a algunos de los migrantes que consiguieron llegar al país al visitar el centro de refugiados de Vrazdebna, que aloja sobre todo a familias con hijos procedentes de Siria. El Gobierno búlgaro rechazó el pasado año firmar el Pacto Migratorio de Naciones Unidas sobre inmigración, que Francisco siempre ha promovido.
El pontífice había viajado a Bulgaria también con el objetivo de continuar el difícil diálogo con los ortodoxos y ayer fue recibido por el Santo Sínodo, la institución que gobierna la Iglesia ortodoxa de Bulgaria, y con el patriarca Neófito.
En su discurso, recordó que “las heridas que a lo largo de la historia se han abierto entre los cristianos son desgarros dolorosos causados al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia”. Y lanzó de nuevo su deseo de que entre católicos y ortodoxos se pueda “volver a encontrar la alegría del perdón y preguntar el día en que, con la ayuda de Dios, podremos celebrar el misterio pascual en el mismo altar”.
Algo que parece aún muy lejano como ha dejado claro la Iglesia búlgara informando de que no se participaría en actos religioso, oraciones o liturgias conjuntas con el Papa
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