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Familias afectadas viven en hacinamiento y en precarias condiciones
Domingo, 17 de enero de 2016
Vecinos del barrio Quinta Ferré, sector bajo, contaron la actual situación. En una pieza de piso de tierra conviven hasta tres generaciones.

Por la creciente del río muchas personas estuvieron obligadas a abandonar sus hogares pero otras decidieron quedarse para cuidar sus pertenencias. Un grupo de vecinos afectados fueron alojados en escuelas, capillas y carpas instaladas a pocas cuadras de sus viviendas. Otros, fueron asistidos por sus propios familiares en casillas donde se produce un hacinamiento ya que son espacios reducidos donde en su mayoría la cocina y el baño están fuera de estas paredes.
En un recorrido de El Litoral en el barrio Quinta Ferré, sector bajo como denominan quienes lo habitan, se pudo observar cómo en una pieza conviven hasta tres familias. Algunos padres o hermanos mayores son los que quedan a cuidar las casas mientras los demás miembros del grupo están en resguardo en otros lugares ya hace dos meses.
“Acá están viviendo doce niños, mi hija vive conmigo en una misma pieza con sus hijos y otra hija le dio lugar a su hermano y su familia. Soportaron vivir en sus casas hasta que el agua ya no les permitió, mi hija tiene un bebé y hay víboras y arañas”, contó a El Litoral Pety, una vecina del barrio.
Su casa solo tiene cuatro paredes, chapas y piso de tierra. Su cocina está fuera de esta precaria estructura bajo un techo improvisado, los dos baños (compartidos con cuatro casillas) tampoco están dentro de la vivienda y aún peor, deben caminar pocos metros y uno de ellos no se puede utilizar porque el río llegó hasta ese lugar.
“Contá abuela cómo la víbora estaba comiendo un alacrán anoche”, gritó una de las niñas durante la entrevista. Las víboras, arañas, alacranes y ratas forman parte hoy de un escenario habitual para aquellos que viven en zonas ribereñas.
El miedo a que el agua no sea potable lleva a que sólo tomen de los bidones que reciben. “Cuando no tenemos bidones tenemos que hervir el agua antes para tomar”, dijo Pety.
En este terreno hay cuatro casillas, dos de ellas no se pueden habitar por la presencia del agua y conviven en estas piezas abuelos con sus hijos, nietos y yernos o nueras. Para no tener problemas, cada subfamilia se organiza a la hora de comer, el almuerzo de ayer eran unas milanesas y mientras dialogaban con este medio pedían que guarden su porción.
La precaria situación en la que están viviendo también la padecen en otros sectores a pocas cuadras de este lugar donde unas ocho familias decidieron quedarse a cuidar sus casas. Las mismas viven divididas porque los hombres deben quedar a cuidar lo poco que tienen mientras el resto convive con otras personas, a veces extrañas.
A esto se suma que la mayoría son malloneros y la crecida del río dificulta esta actividad. “Estuve dos días tratando de pescar, solo saque un surubí de 7 kilos, para eso gaste nafta y tiempo”, contó Félix a El Litoral.
La crecida del río no sólo afecta a la convivencia en las casas, también provoca que no puedan trabajar porque la mayoría son malloneros. Algunos de los vecinos tienen el plan social Argentina Trabaja y otros se rebuscan haciendo algunas changas con sus carros. Las mujeres recorren otros barrios para hacer limpieza y ganar unos pesos.
“El agua creció hoy (por ayer), hay una vecina que tiene que pasar por su ventana para salir y entra a nuestro terreno. Pedimos una carpa y nos dieron, ahí pensamos poner algunas de nuestras cosas y que los chicos duerman ahí” contó a El Litoral Isabel. La carpa está a menos de diez metros de su casa donde puede estar sin agua y también vigilar a la noche que no se produzcan saqueos.
Félix, su vecino, contó que “por la noche pasan canoas buscando qué nos pueden sacar, no sabemos de donde son pero tenemos que quedarnos a cuidar lo que tenemos”.
Por otra parte, vecinos mostraron una víbora que la mantienen en un frasco cómo prueba de los animales que habitan la zona y el peligro en el que se encuentran. Comentaron que no llega la asistencia, sí ayuda de parte de vecinas, una de ellas Rita Verón (referente de género) quien acompañó en el recorrido a este medio.


     
 
 

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