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Murieron 10 presos y al menos tres fueron decapitados
Domingo, 15 de enero de 2017
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El evento se desató en la tarde del sábado en el centro penitenciario Alcaçuz, la mayor prisión del estado de Rio Grande do Norte. La Policía Militar ingresó al penal en la mañana del domingo y retomó el control
Al menos tres presos fueron decapitados el sábado durante un violento motín en una cárcel brasileña cercana a Natal (noreste), en una rebelión carcelaria que dejó al menos 10 muertos y que fue finalmente sofocada el domingo, días después de que un centenar de reos fueran brutalmente asesinados en otras cárceles hacinadas del norte del país.
El evento se desató en la tarde en el centro penitenciario Alcaçuz, la mayor prisión del estado de Rio Grande do Norte, cuando los presos de uno de los pabellones invadió el pabellón donde estaban internados los miembros de un grupo criminal rival.
"Por lo que pudimos ver, podemos afirmar que hay al menos tres presos muertos porque pudimos ver sus cabezas", dijo el coordinador de la administración penitenciaria estatal, Zemilton Silva, a medios locales. Posteriormente, la cuenta de fallecidos se elevó a 10.
En la mañana del domingo la Policía Militar, que pasó la noche controlando el perímetro exterior, ingresó al penal y retomó el control después de 14 horas de rebelión.
El secretario de Justicia y el gobierno del estado de ciudadanía, Wallber Virgolino, dijo al diario Globo que la situación era crítica, pero que la policía militar fue retomando el control de la prisión tras una rebelión de los internos iniciada por la tarde.
Las autoridades cercaron el exterior de la cárcel para evitar fugas, pero habían dicho que debido a que los presos cortaron la luz y tienen poderoso armamento, los policías militares y agentes penitenciarios esperarían a que amanezca para entrar el domingo a los pabellones, como finalmente sucedió.
"La orden fue dada: retomar el control de Alcaçuz y evitar rebeliones en otras unidades", dijo el sábado al portal informativo G1 el secretario de justicia del estado, Wallber Virgolino.
Una columna de humo gris sobresalía esta tarde de la cárcel, que está a unos 25 km de Natal y está rodeada de dunas de arena por donde a menudo los presos han escapado cavando túneles.
El centro tiene capacidad para 620 presos pero alberga a unos 1.100.
Este es el último episodio del brote de violencia desatado en cárceles brasileñas, que las autoridades atribuyen a una sangrienta guerra entre los dos principales grupos criminales del país -El Primer Comando de la Capital (PCC) de Sao Paulo y el Comando Vermelho de Rio de Janeiro– y sus aliados, por el control del narcotráfico en el país.
Los principales diarios brasileños aseguran que la pelea en Alcaçuz fue entre el PCC y el Sindicato del Crimen, aliado al Comando Vermelho.
El martes, el gobierno brasileño desplegó 200 efectivos de la unidad especial de Fuerza Nacional en los estados norteños de Amazonas y Roraima tras la violencia desatada en sus cárceles.
En Manaos, capital de Amazonas, 56 presos murieron en un motín desatado el pasado 1 de enero, en la segunda mayor matanza registrada en una cárcel brasileña.
Y cuatro días después, el horror se repitió en una cárcel de Boa Vista, capital de Roraima, donde murieron 33 presos.
La ONG Human Rights Watch urgió esta semana al gobierno brasileño a acabar con el hacinamiento de sus violentas cárceles, al estimar que hay una sobrepoblación de un 67%.
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